Griselda Celis/John Holman
29 de octubre. Es bien sabido que los clásicos no pasan de moda y para muestra un botón: decenas de huajuapeños se dieron cita este fin de semana para apreciar 85 autos clásicos, a sus respectivos corredores, copilotos, mecánicos, médicos y remolques, al paso de la Carrera Panamericana por nuestra ciudad.
Algunos espectadores llegaron desde las nueve y media de la mañana y esperaron casi dos horas para ver al primer clásico: un Chevrolet Camaro Z-28 blanco, que ensordeció a los asistentes antes de estacionarse para cargar gasolina.
La expectativa creció, pues luego del primer auto, transcurrieron 15 minutos más para ver al resto de los automóviles que iban desde Lincoln, Volvo, Chevrolet hasta diferentes tipos de Ford, Mustangs y Challengers; cuyos modelos datan de la década de los 50.
Con el arribo de cada carro, la gente se acercaba no sólo a observar y fotografiar al vehículo, sino también a sus corredores, pues hubo 30 clásicos al mando de europeos, 30 al de estadounidenses y por supuesto, 20 piloteados por mexicanos; además de 5 carros insignia o de exhibición.
Según comentó uno de los participantes, Richard Clark, de Inglaterra, la Carrera Panamericana no sólo es trasladarse de un sitio a otro hasta llegar a Nuevo Laredo, Tamaulipas, pues implica aventura y contacto con personas únicas.
“La mejor cosa es la recepción de la gente, en todos los caminos hay gente aplaudiendo y les gusta también el hecho de que hay secciones de esta carrera que están cerradas de las federales, pero lo mejor es el recibimiento de la gente.” (Traducción)
Richard comentó también, que los trajes con los que manejan sus excepcionales autos, se componen tres telas de diferente tipo que, en caso de incendio, protegen al cuerpo de las llamas. Una de las desventajas de este traje, es el excesivo calor, sin embargo, las reglas son claras: debe anteponerse a la comodidad, la precaución y para ello, el cinturón de seguridad está compuesto por cinco correas.
Con un constante y potente ruido de motores se dificulta la comunicación entre piloto y copiloto, por ello es que el casco protector de nuestros corredores tiene integrado un micrófono y bocinas; pues de otra manera, las charlas no podrían hacerse sino a gritos.
La hora de comida y las visitas al baño son un poco complicadas durante la carrera, pues deben realizarse en los arribos a gasolineras aunque, ya llegada la noche, pueden hospedarse en un hotel y por ende, contar con más tiempo para comer algo distinto a barritas de granola, amaranto o algún otro cereal, que se consume al conducir.
No obstante bajo estas condiciones, los corredores se mostraron usualmente contentos y hasta nos compartieron eventos chuscos.
“En una las etapas de la Carrera Panamericana un suceso que se les agrada contar es que anoche, en Tehuacan una chica les preguntó en donde se hospedarían, a lo que respondieron que en el Hotel Real, la chica se ofreció a darles masajes en sus habitaciones, a lo que respondieron que gracias, pero no.”
Richard Clark maneja un Porsche 1957, color plata que a pesar del tiempo, luce genial y alcanza los 134 km/h. Participa en la Carrera Panamericana desde sus primeros años, se descompone poco, es muy apreciado por su dueño y aunque es necesario darle mantenimiento constante; es un clásico y por ello… nunca pasará de moda.
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