02 de julio. Este martes el periódico Reforma dio a conocer que en una sesión privada efectuada un día antes, la ministra Yasmín Esquivel Mossa, pidió la renuncia de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña Hernández.
Argumentó que la ministra presidenta no logró establecer una interlocución adecuada con los poderes Ejecutivo y Legislativo, y agregó que si Norma Piña renunciara se evitaría “una reforma radical al Poder Judicial”.
En el mismo sentido se pronunció el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila, quien aseguró que la “falta de entendimiento racional” con Norma Piña fue la que “detonó” la propuesta de reforma del presidente Andrés Manuel López Obrador. Por su parte, el ex presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, calificó de “desastrosa” para el Poder Judicial la presidencia de Norma Piña.
Aunque el presidente López Obrador dijo que no es necesaria la renuncia de la presidenta de la Corte, pareciera que estamos ante una nueva embestida, por el hecho de que la reforma planteada por el presidente difícilmente sería aprobada porque Morena y sus aliados no cuentan con la mayoría calificada en el Senado de la República y probablemente tampoco la alcancen en la Cámara de Diputados, si prosperan las impugnaciones relativas a la sobrerrepresentación que pretenden adjudicarse.
El posible cambio de estrategia gubernamental podría tener el objetivo de descabezar al máximo tribunal de justicia del país para que lo presida algún personaje afín al Ejecutivo, muy probablemente la ministra Yasmín Esquivel cuya cercanía con el gobierno actual es de sobra conocida, pues es esposa de José María Riobóo, quien es identificado como el constructor favorito del presidente.
No hay que olvidar que Yasmín Esquivel es quien menos autoridad moral tendría para pedir la renuncia de la presidenta de la SCJN, pues su propio nombramiento como ministra fue puesto en tela de juicio por el presunto plagio de su tesis de licenciatura.
Diversos expertos en el tema coinciden en que es necesaria una reforma al Poder Judicial para garantizar que lleguen a él los perfiles idóneos, pero lo peor que podría ocurrir es que se aprobara que se politice el nombramiento de jueces, magistrados y ministros, mediante una medida populista como la elección en las urnas, la cual también favorecería la injerencia del crimen organizado.
La reforma que el país necesita debe orientarse a fortalecer la independencia del Poder Judicial para dar vigencia plena a la división de poderes.
La incomodidad que provoca la presencia de Norma Piña en la Presidencia de la SCJN es porque ha hecho valer a toda costa y ha defendido, como nadie lo había hecho, la independencia del poder garante de la constitucionalidad.
Reformar, sí, pero no para volver a los oscuros tiempos de un Poder Judicial sometido a la voluntad presidencial, sino para que este siga siendo piedra angular de nuestro sistema democrático.
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