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EDITORIAL. Taxistas y comerciantes informales ¿problema sin solución?

28 de junio. El enfrentamiento entre dos grupos de taxistas por la disputa de una base en el centro de Huajuapan de León ha hecho que los ciudadanos vuelvan nuevamente la mirada hacia un problema que data de hace varias décadas, pero se ha agudizado en los últimos años: el de la ocupación de la vía pública por taxistas y comerciantes informales.

La proliferación de bases de taxis en el centro de la ciudad surgió en el año 2006, en el contexto del conflicto social protagonizado por el magisterio de la Sección 22 del SNTE-CNTE y las organizaciones agrupadas en la llamada Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO). Diversas organizaciones autodenominadas “sociales” pusieron en circulación decenas de taxis irregulares, aprovechando el vacío de autoridad que se generó en la entidad por el mencionado conflicto. De manera simultánea, empezaron a adueñarse de espacios en la vía pública, sin el permiso de las autoridades municipales.

Los conflictos internos surgidos con el paso de los años han traído como consecuencia que los sitios originales se dividan dando lugar a nuevos grupos que invariablemente se adueñan de otros espacios, lo que ha convertido el centro de la ciudad en una gigantesca base de taxis.

Algo similar ha ocurrido con el comercio informal que hasta hace algunas décadas lo constituían en su mayoría productores agrícolas provenientes de otras localidades de la región, quienes ocupaban la vía pública para expender sus productos de temporada. Sin embargo, algunos actores vieron en esta actividad un filón político que podría ser altamente redituable en temporadas electorales, por lo que empezaron a cobijar a líderes que se convirtieron en verdaderos caciques.

Uno de estos liderazgos fue el de Antonio Ventura Amado, quien gracias a sus padrinazgos políticos controló durante muchos años el espacio denominado “La L”; sin embargo, en enero de 2023 fue expulsado violentamente por integrantes de dos organizaciones, y a partir de esa fecha el comercio informal en la vía pública se ha multiplicado.

Tanto en el caso de los taxistas como en el del comercio informal las autoridades han estado ausentes y han aplicado la fórmula que reza “dejar hacer, dejar pasar”, porque los intentos que en diversos momentos se hicieron para tratar de aplicar la ley y terminar con la anarquía en estos temas se toparon con las reacciones violentas de las organizaciones.

Ante la inacción de muchos años, resulta extremadamente difícil, si no imposible, pretender recuperar los espacios que taxistas y comerciantes ocupan de manera ilegal; pero lo que sí se puede y se debe hacer es poner freno a esta situación, no permitir que cada día surjan nuevos puestos ambulantes, como desgraciadamente ocurre, o se creen nuevas bases de taxis como la que surgió recientemente en la calle Bravo. De no hacerlo, lo que puede ocurrir es que sean los propios vecinos y comerciantes establecidos quienes actúen –como ya lo han hecho casos anteriores– lo que conlleva el riesgo de que se registren hechos de violencia y provoquen un conflicto social aún mayor, lo que de ninguna manera es deseable.

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