11 de junio. La declaración del obispo de Huajuapan, Miguel Ángel Castro Muñoz, sobre la jornada electoral del 2 de junio es un llamado a la reflexión para quienes de una u otra manera participaron en el proceso electoral.
El prelado llamó a los candidatos ganadores a trabajar en la construcción de la unidad y el diálogo entre todos los sectores de la población; a ejercer un gobierno para todos y a cumplir sus promesas de campaña.
A quienes no ganaron los convocó a aceptar la decisión de los ciudadanos y, en caso de existir inconformidades, a encauzarlas por la vía legal; a privilegiar el diálogo y evitar la violencia y los conflictos.
A los ciudadanos los exhortó a dar seguimiento, vigilar la actuación de las nuevas autoridades y exigirles el cumplimiento de sus compromisos.
El llamado del jerarca de la Iglesia católica no podría ser más oportuno. Una vez pasada la efervescencia de la contienda electoral, todos los mexicanos estamos obligados a contribuir desde nuestros respectivos espacios al fortalecimiento del sistema democrático y al mejoramiento de las condiciones de vida de todas las personas.
La democracia se construye y fortalece cotidianamente en la medida que los gobernantes entienden que fueron elegidos solo por una parte de los ciudadanos, pero se deben a todos por igual, y por lo tanto deben orientar sus actos de gobierno a la búsqueda del bien común.
Quienes no se vieron favorecidos en las urnas y consideren tener elementos para ello, deben interponer los recursos que la propia ley contempla, pero bajo ninguna circunstancia incitar a la violencia o provocar conflictos sociales que solo perjudican a las comunidades y a los ciudadanos. Hechos como la quema de la paquetería electoral registrada en Santiago Huajolotitlán no debe repetirse.
En octubre próximo tomará posesión como presidenta de la república una mujer, Claudia Sheinbaum, quien llegará al cargo con una gran legitimidad que deberá refrendar cada día con sus actos de gobierno.
Sin duda, uno de sus principales retos será reconstruir la unidad nacional que se ha resquebrajado tras cinco años y medio de polarización. Quizás polarizar, dividir al país en “buenos” y “malos” fue una estrategia diseñada en función de la rentabilidad electoral; hoy la virtual presidenta electa debe apostar a un gobierno incluyente, que escuche, que dialogue y que tenga la capacidad de despojarse de partidarismos para buscar el bienestar de todos los mexicanos. Así lo ha expresado en sus primeros mensajes y así lo deseamos.
Por el bien del país, del estado y de nuestros municipios, quienes en este proceso electoral contendieron por un cargo público deben tener presente y aplicar la sabia máxima popular que reza “Dignidad en la derrota, humildad en la victoria”.
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