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EDITORIAL. Primer debate: la confrontación de las propuestas    

05 de abril. Este domingo se realizará en las instalaciones del Instituto Nacional Electoral (INE) en la Ciudad de México el primer debate de los tres aspirantes a gobernar el país durante los próximos seis años.

En este primer encuentro, la candidata de la coalición Fuerza y Corazón por México integrada por el PAN, el PRI y el PRD, Xóchitl Gálvez Ruiz; la abanderada de la coalición Sigamos Haciendo Historia integrada por Morena, el PT y el PVEM, Claudia Sheinbaum Pardo, y el candidato de Movimiento Ciudadano, Jorge Álvarez Máynez, se someterán al escrutinio de los ciudadanos.

Los debates de los aspirantes a ocupar algún cargo de elección popular –en este caso la más alta y honrosa representatividad de la nación– son un ejercicio de especial trascendencia para la vida democrática del país porque representan la oportunidad de que los ciudadanos conozcan y comparen las propuestas de cada uno de ellos.

El primer debate entre candidatos a la Presidencia de la República fue en 1994, y en él participaron Ernesto Zedillo Ponce de León del PRI, Diego Fernández de Ceballos del PAN y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano del PRD.

En estos 30 años se han realizado otros cuatro debates entre los aspirantes a la primera magistratura del país, pero esta práctica se ha extendido a los candidatos a otros cargos de elección popular, principalmente a los gobiernos de los estados.

Los debates nos han permitido saber cómo piensan y qué proponen quienes aspiran a representarnos. Desafortunadamente, algunos candidatos se han alejado del principal objetivo de estos encuentros, que es la exposición y confrontación de plataformas políticas y propuestas, y se han centrado en los ataques a los adversarios o han caído en las ocurrencias; en otros casos los moderadores han pretendido convertirse en protagonistas, olvidando que su papel se debe limitar a una conducción atractiva y fluida.

Con todo y ello, los debates de candidatos han sido un factor importantísimo para el fortalecimiento de nuestra democracia. El de este domingo y los otros dos que habrán de realizarse el 28 de abril y el 19 de mayo, respectivamente, no serán la excepción.

La importancia de los debates radica en que en ellos los candidatos tienen la oportunidad de convencer a un segmento del electorado que aún no ha decidido el sentido de su voto o que incluso había decidido no emitirlo, y en consecuencia incidir en las mediciones de las preferencias electorales.

No hay que olvidar que las encuestas son fotografías del momento y no predicciones fatales o profecías, como ha quedado demostrado en procesos electorales del país y del extranjero.

Las preferencias del electorado son cambiantes y se mueven constantemente durante el desarrollo de las campañas en función de diversos factores; uno de ellos son precisamente los debates, que pueden ayudar a que un aspirante se posicione o caiga del ánimo del electorado.

Por todo lo anterior, es de vital importancia que los ciudadanos sigamos a través de la radio, de la televisión o de las redes sociales el debate de este domingo, que conozcamos cómo piensa y qué propone cada unos de los candidatos, pero sobre todo que analicemos sin prejuicios ni apasionamientos sus planteamientos, que veamos cuáles de ellos son realizables y factibles, y cuáles responden a la vieja práctica de “prometer no empobrece…”.   

Sería muy lamentable que alguno o algunos de los candidatos dejaran de lado las propuestas para enfocarse en las descalificaciones o en las gracejadas y, peor aún, que estas pesaran más en el ánimo de los ciudadanos que el mismo contenido de los planteamientos.

Igualmente lamentable sería que uno de los aspirantes optara por no asistir a alguno de los debates, como ya ocurrió en el pasado, no solo porque privaría a los ciudadanos de la posibilidad de conocer sus propuestas, sino también porque al final de cuentas le restaría puntos, como ocurrió en el caso al que nos referimos, e incluso podría ser decisivo en el resultado final de la elección. 

En la medida en que hagamos un análisis racional y objetivo de las propuestas de cada uno de los aspirantes estaremos en posibilidades de emitir un voto informado el próximo 2 de junio y con ello decidir el destino de nuestro país al menos para los próximos seis años.  

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