23 de febrero. Este miércoles el presidente Andrés Manuel López Obrador aseguró en su conferencia mañanera que en su momento pidió a Arturo Zaldívar que influyera en las decisiones de los jueces, cuando este era presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
“Cuando había un asunto de este tipo, nosotros respetuosamente interveníamos. Se hablaba con él y él pedía, respetuoso de las autonomías de los jueces, pero pensando en el interés general, pensando en la justicia, en proteger a los ciudadanos ante el crimen, hablaba con el juez y decía ‘cuidado con esto’ (…) entonces, él ayudaba”, dijo el presidente.
De ser cierta, la revelación del mandatario sería sumamente grave, pues estaría confesando que en su calidad de jefe del Ejecutivo influyó en las decisiones del poder judicial, con la anuencia del representante de este último, lo que es contrario a la división de poderes que establece la Constitución Política de nuestro país.
Pero si el presidente habría incurrido en una acción indebida al inmiscuirse en las decisiones de otro de los poderes de la Unión, también lo habría hecho Arturo Záldivar al permitirlo. Tal vez por eso ni tardo ni perezoso el ahora integrante del equipo de campaña de Claudia Sheinbaum desmintió al mandatario al negar que durante su gestión haya “dado línea” a los jueces, instruyéndolos o sugiriéndoles que emitieran fallos en determinado sentido.
La división de poderes fue instituida en su momento, no por una simple ocurrencia sino para garantizar que los impartidores de la justicia actúen con absoluta independencia y estricto apego a las leyes, al margen de presiones, sugerencias, insinuaciones o consideraciones de tipo político o cualquier otra índole para emitir resoluciones en uno u otro sentido. Por ello tampoco es deseable que se pretenda involucrar a jueces, magistrados y ministros en campañas políticas para buscar el voto popular; esto sería pervertir la esencia del Poder Judicial.
Muchos podrán decir, como ya lo han hecho, que no es nuevo que un presidente de la república “tire línea” a la SCJN, que esto se ha realizado desde tiempos inmemoriales… y seguramente no les faltará razón, pero el que en su momento todos lo hayan hecho no lo legitima ni lo justifica, sobre todo si esto sigue ocurriendo en un Gobierno que dijo que sería diferente, y que una y otra vez repite que los es.
La revelación del presidente se dio en el contexto de la resolución judicial por medio de la cual se cambió la medida cautelar impuesta al ex director de Pemex, Emilio Lozoya, lo que le permitió salir del reclusorio norte.
Ante la decisión del Segundo Tribunal Colegiado de Apelación de la Ciudad de México de conceder a Lozoya que continúe en libertad el proceso que se sigue en su contra por los casos Odebrecht y Agronitrogenados, el presidente acusó una vez más a la SCJN de ser corrupta, y aseguró que el Poder Judicial “está podrido”.
Y fue más allá: puso como ejemplo que Zaldívar “ayudaba” para pedir a los jueces que no pusieran en libertad a un presunto delincuente “simplemente” porque el ministerio público había consignado que fue detenido a las 11:00 de la mañana y no a las nueve. Esto también resultaría particularmente grave, porque falsear los hechos para hacer que las horas “cuadraran” no se trataría de un detalle menor sino de una violación al debido proceso.
No hay que olvidar que si en su momento la ciudadana francesa Florence Cassez salió de prisión no fue porque se hubiese demostrado su inocencia en relación con los casos de secuestro que se le imputaban, sino porque la entonces Agencia Federal de Investigación (AFI) falseó los hechos relativos a la fecha y hora de su detención para armar un montaje televisado a nivel nacional.
Ante las versiones contradictorias del presidente y de Arturo Zaldívar queda la duda sobre quien dice la verdad, y seguramente la incertidumbre persistirá al menos durante muchos años.
Como mexicanos, quisiéramos creer en la versión del exministro y expresidente de la SCJN; al final de cuentas, esta no sería la primera vez que el presidente de la república no midiera el alcance de sus palabras y hubiera dicho algo al calor de la ofuscación del momento. ¡Ojalá así haya sido!
No quisiéramos pensar que lo que el mandatario dijo en la mañanera de este miércoles es cierto, porque entonces tendríamos que preguntarle “¿Y la división de poderes, apá?”.
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