17 de noviembre. Después de seis años de relativa tranquilidad, Oaxaca volvió a ser rehén de los integrantes de la Sección 22, quienes boicotearon parcialmente el Primer Informe del gobernador Salomón Jara Cruz.
Las protestas que los integrantes de esa gremial realizaron la mañana del miércoles en el zócalo de la ciudad de Oaxaca no impidieron que el mandatario dirigiera su mensaje a los ciudadanos de la entidad, aunque lo tuvo que hacer desde el Auditorio Guelaguetza. Tampoco pudieron impedir que el secretario de Gobierno, Jesús Romero López, entregara al Congreso del Estado el informe por escrito.
Los hechos registrados esta semana han provocado nuevamente la inquietud y el temor de los ciudadanos ante lo que parece la reactivación de las manifestaciones violentas, los bloqueos de vialidades y carreteras, las tomas de edificios públicos y plazas comerciales, así como los actos de vandalismo.
La llegada de Yenny Aracely Pérez Martínez a la Secretaría General de Sección 22 marcó el inicio de una nueva etapa de confrontación con el Gobierno, ahora con el que encabeza Salomón Jara Cruz. Esto se veía venir desde su discurso de toma de posesión, en el que advirtió que su línea de acción sería totalmente opuesta a la de su antecesor Eloy López Hernández, pero también por el activismo que ha mantenido dentro y fuera del magisterio. Baste recordar que en noviembre de 2006 fue detenida y estuvo recluida en el Cefereso número 14, en San José del Rincón, Nayarit, por su participación en los hechos de violencia protagonizados por la Sección 22 y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO).
Ante la línea dura de la lideresa magisterial ha resurgido la preocupación de los sectores productivos de la entidad, porque las protestas del magisterio y de las organizaciones de todo tipo han causado un grave daño a su economía y en general a la economía del estado. Para nadie es un secreto que las más de cuatro décadas de movilizaciones del magisterio han provocado pérdidas de miles de millones de pesos, lo que ha impedido en gran parte que el estado de Oaxaca salga de su ancestral atraso y supere los rezagos que enfrenta en diversos aspectos.
Pero los afectados no han sido solo los pequeños y medianos empresarios, los comerciantes y los prestadores de servicios, sino también los ciudadanos comunes, la gente de trabajo que diariamente tiene que ganar el sustento de su familia; los del interior del estado que tienen que acudir a la ciudad de Oaxaca para una cita médica o un trámite ante alguna dependencia.
El temor de los ciudadanos de que las protestas del magisterio continúen durante las próximas semanas no es infundado, pues la dirigente magisterial advirtió que mantendrá su táctica de lucha denominada “movilización-negociación-movilización”, que no significa otra cosa que seguir con sus acciones de protesta para presionar a los gobiernos federal y estatal a acceder a sus pretensiones.
Desafortunadamente, los 43 años de movilizaciones de la Sección 22 en el estado no se han traducido en beneficios sustanciales para los trabajadores de la educación, sino en canonjías y privilegios para las cúpulas sindicales, como ha ocurrido también en el caso de diversas organizaciones que siembran la anarquía en la entidad.
Todo parece indicar que en Oaxaca volveremos a vivir momentos difíciles que creíamos superados, momentos de incertidumbre, de temor, de caos, provocados por líderes que utilizan a sus agremiados para chantajear a las autoridades en busca de su propio beneficio, ya sea económico o político. No hay que olvidar que muchos dirigentes de la Sección 22 han sido “premiados” con diputaciones federales o locales.
Ojalá nos equivoquemos y esta vez las autoridades tengan la capacidad de encauzar este conflicto y lograr acuerdos satisfactorios, pero sin ceder a chantajes y presiones. De no ser así, los ciudadanos de la entidad volveremos a pagar las consecuencias, como ha ocurrido siempre.
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