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EDITORIAL. Llegó el momento de dar vuelta a la hoja

10 de junio. La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación confirmó que 16 gobernadores de Morena y sus aliados incurrieron en diversas violaciones consistentes en la difusión de propaganda gubernamental en periodo prohibido, promoción personalizada y vulneración al principio de equidad durante el proceso de revocación de mandato.

En la sentencia se ordena inscribir a los mandatarios en el Catálogo de Sujetos Sancionados y dar vista a los congresos locales respectivos para que determinen su situación jurídica según corresponda, por lo que incluso podrían quedar impedidos para registrarse como candidatos a puestos de elección popular.

Esto resulta de particular relevancia porque entre los mandatarios sancionados se encuentra la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, quien paradójicamente es una de las principales aspirantes a suceder en el cargo al presidente Andrés Manuel López Obrador.

Sheinbaum niega haber infringido la normatividad electoral, a pesar de que el tribunal acreditó que incurrió en 15 violaciones a la ley. Esto refleja que, en el mejor de los casos, quien aspira a gobernar al país desconoce la ley, y en el peor, la desprecia.

La resolución de la Sala Superior se dio sólo tres días después de las elecciones del domingo pasado, caracterizadas por un abstencionismo del 53.86 por ciento en promedio, en las que Morena obtuvo el triunfo en cuatro de las seis entidades en disputa, y la coalición PAN-PRI-PRD en los dos restantes. Oaxaca fue la entidad con la menor participación ciudadana, pues sólo acudió a las urnas el 38 por ciento del listado nominal de electores.

El alto nivel de abstencionismo es una llamada de atención para los partidos y en general para los actores políticos, pues refleja su falta de credibilidad ante el electorado y la falta de confianza de los ciudadanos en los políticos y en la política.

Esto los debe llevar a una reflexión y una revisión profunda de su actuar, así como a plantear la necesidad de buscar nuevas estrategias, nuevas formas y un nuevo discurso que los acerque al electorado y les permita recuperar la confianza ciudadana.

Este domingo se efectuarán los cómputos estatales, al término de los cuales se tendrán los resultados oficiales y se entregará la constancia de mayoría a los candidatos que hubieren resultado ganadores. Con ello concluirán los procesos electorales en lo que respecta a la emisión y recuento de los votos, aunque es previsible que en algunas entidades, si no es que en todas, quienes no obtuvieron la mayoría acudirán a los tribunales, porque la judicialización de las elecciones, principalmente las de gobernador, se ha convertido en una práctica cotidiana.

Los ciudadanos ya decidieron, salvo que en los tribunales se revierta algún triunfo, lo que parece poco probable. Llega ahora el momento de dar vuelta a la página y de que quienes resultaron ganadores en las urnas ejerzan en su momento un gobierno para todos, sin sectarismos, sin soberbia ni revanchismos, poniendo por encima de sus intereses partidistas o de su proyecto político personal el bienestar de su entidad y de sus ciudadanos.

Por su parte, quienes no obtuvieron la victoria deben asumir con madurez y responsabilidad el papel que les tocará desempeñar, sin actitudes entreguistas o sumisas pero sin oposicionismos irracionales.

Donde hubo elecciones este domingo terminó el tiempo de las confrontaciones; hoy empieza el de la construcción del desarrollo de las entidades, al que deben apostar todos, unos desde el gobierno, otros desde una oposición responsable que vigile y cuestiones con argumentos, que se convierta en un verdadero contrapeso para evitar excesos en el ejercicio del poder público.

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