11 de marzo. Este jueves el Parlamento Europeo aprobó con 607 votos a favor, 2 en contra y 73 abstenciones una resolución que ubica a México como “el lugar más mortífero para los periodistas, fuera de una zona oficial de guerra”, condena los asesinatos de periodistas y defensores de derechos humanos, y pide a nuestro Gobierno que frene la “retórica populista” que utiliza para denigrar e intimidar a periodistas independientes, propietarios de medios de comunicación y activistas.
Horas después, el Gobierno de México emitió un comunicado en el que, utilizando un lenguaje nada diplomático y al parecer desconociendo el nivel de importancia del Parlamento, calificó de “borregos” y “golpistas” a los eurodiputados, y les pidió dejar atrás su “manía injerencista disfrazada de buenas intenciones, (porque) no son el gobierno mundial”.
Al margen de la desafortunada respuesta del Gobierno mexicano, la resolución emitida por el Parlamento Europeo sólo confirma la realidad cotidiana que se vive en el país, caracterizada por la violencia extrema, los riesgos que implica el ejercicio periodístico, la impunidad que prevalece, pero sobre todo el clima de polarización y encono que se alimenta desde el ámbito gubernamental.
No se puede tapar el sol con un dedo: todos los días se ataca, se denigra, se estigmatiza y se acusa, sin bases ni fundamentos, a los medios y a los periodistas “incómodos”, desnaturalizando el derecho de réplica en el que se pretenden escudar los ataques y las intimidaciones.
El Gobierno mexicano se dice respetuoso de la libertad de expresión y atribuye a los enemigos de su proyecto político los señalamientos relativos a su actitud hacia los periodistas y los medios; pero quienes hoy confirmaron esta dolorosa realidad no fueron los “conservadores” o los “neoliberales”, como llama a sus adversarios, sino los integrantes de un cuerpo parlamentario cuya conformación lo hace el más democrático del mundo.
El Parlamento Europeo está integrado por 705 diputados representantes de todas las corrientes políticas e ideológicas de los 27 Estados miembros de la Unión Europea; en él coexisten los demócratas cristianos y los socialistas, los conservadores y los liberales, la extrema derecha y la izquierda radical.
El llamado al Gobierno mexicano a garantizar la protección y creación de un entorno seguro para periodistas y defensores de los Derechos Humanos no viene de un grupo adverso al proyecto político a la actual administración federal, sino de un organismo por demás plural y ajeno a todo tipo de interés en nuestra política interna, que observa con preocupación lo que ocurre en nuestro país.
La resolución del Parlamento Europeo contiene un exhorto para que el Gobierno de nuestro país destaque públicamente el papel fundamental que desempeñan los defensores de los derechos humanos y los periodistas en las sociedades democráticas. Es indudable que sin libertad de expresión simplemente no puede haber democracia.
El lenguaje de confrontación, de encono y de división permea todos los ámbitos de la vida nacional, genera y alimenta la subcultura de la violencia y del odio. Los mexicanos cada vez nos vemos menos como miembros de una comunidad nacional con vínculos más fuertes que nuestras diferencias, y nos asumimos cada vez más no sólo como adversarios, sino como verdaderos enemigos.
Los hechos de violencia registrados el sábado pasado en el estadio Corregidora de Querétaro, la saña utilizada contra seres humanos inertes, indefensos, cuyo único “pecado” era simpatizar con otro equipo de futbol, se origina en diversos factores, pero sin duda uno de ellos es el clima de polarización que hoy se vive en el país y que toca prácticamente todos los aspectos de nuestra vida diaria.
Los hechos recientes deben hacernos llegar a la conclusión de que algo tiene que cambiar en el país, de que no podemos seguir viéndonos unos a otros como enemigos tan sólo porque pensamos diferentes o porque tenemos diferentes preferencias.
La verdadera transformación que necesita el país es la que se basa en la tolerancia y en el respeto a nuestras diferencias. Esta transformación se debe dar en cada uno de nosotros, pero debe partir también desde los gobiernos y de los liderazgos de todo tipo: los políticos, los religiosos, los deportivos, los sociales. Hoy más que nunca es indispensable retomar los caminos del diálogo, de la reconciliación, de la búsqueda de acuerdos. No podemos seguir sembrando vientos porque más temprano que tarde estaremos cosechando tempestades.
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