18 de febrero. A partir de la última semana de enero el gremio periodístico se ha manifestado en las principales ciudades del país en demanda de justicia por los seis asesinatos de comunicadores registrados tan sólo en el primer mes y medio de este año, y para exigir un alto a los ataques contra los medios y los periodistas críticos.
Algunos medios extranjeros, organismos defensores de los derechos humanos y de la libertad de expresión, e incluso el gobierno norteamericano, entre otros actores, han advertido la grave situación que viven en México el gremio periodístico y el ejercicio de la libertad de expresión.
Quizás algunos ciudadanos no perciban la importancia de la libertad de expresión porque tienen la idea errónea de que se trata de un derecho que atañe y beneficia únicamente a los medios de comunicación y a los periodistas.
Tal vez algunos no tengan clara aún la importancia de la libre expresión de las ideas en la construcción y consolidación de un sistema democrático, entendiendo a la democracia como un sistema de vida que involucra prácticamente todos los ámbitos de la sociedad y que ni nace ni termina con la elección de autoridades.
Sin el ejercicio de la libertad de expresión no habrían sido posibles los cambios sociales y políticos que nuestro país ha vivido a lo largo de su historia. Sería difícil concebir el movimiento revolucionario de 1910 sin el papel que desempeñó el periódico Regeneración, de los hermanos Flores Magón; sin los medios tampoco se podría entender la alternancia en el poder que se dio en el año 2000 y que marcó el fin del régimen de partido único; no se podrían entender el triunfo del movimiento encabezado por el hoy presidente López Obrador, sin el papel que jugaron los medios tradicionales y las redes sociales.
Sin el ejercicio de la libertad de expresión tampoco sería posible que los ciudadanos ejercieran su derecho a la información. La transparencia en la vida pública sólo es posible cuando se ejercen estos derechos que son complementarios.
En un sistema democrático los ciudadanos tienen el derecho de saber de qué manera se aplican los recursos públicos, pero también cómo ejercen el poder sus gobernantes. Para ello existen organismos como el INAI, que al mismo tiempo que velan para que los ciudadanos puedan acceder a la información de carácter público, garantizan la protección de la información y los datos personales de los particulares.
También existen reglas, entre ellas la que permite que cierto tipo de información sensible pueda ser reservada por razones de seguridad nacional, aunque se ha abusado de ella al reservar por cinco años la información relativa a la construcción del tren maya y del aeropuerto de Santa Lucía; de los contratos para la compra de las vacunas; de las muertes por COVID y las de pacientes en un hospital de Pemex; del avión presidencial y del operativo contra Ovidio Guzmán, entre otros temas.
Las manifestaciones del gremio periodístico no son para defender a Carlos Loret de Mola ni a cualquier otro periodista o medio de comunicación, como se pretende hacer creer, sino para defender el derecho de los ciudadanos a acceder a la información pública, a través de la labor de los periodistas basada en el ejercicio del derecho a la libre expresión de las ideas.
En una democracia se tolera la disidencia y se respetan todas las voces, aunque no se compartan. En un régimen autoritario se poner mordazas a quienes piensan diferente, e incluso se aniquila a quienes disientes de la “verdad” oficial, la cual se pretende imponer como la única.
Los tiempos más oscuros de la historia nacional han sido aquéllos en los que los gobiernos autoritarios han buscado silenciar a los medios de muy diversas formas que van de los cañonazos de 50 mil pesos de los que hablaba Álvaro Obregón al monopolio del papel periódico, pasando por el retiro de la publicidad oficial, la fabricación de delitos, e incluso los asesinatos de los comunicadores.
En México ya hemos vivido todo eso y no queremos volver a vivirlo. Por eso hoy los periodistas y los medios han levantado la voz para exigir que el Estado garantice las condiciones de seguridad que se necesitan para seguir haciendo posible llevar a los ciudadanos la información pública a la que tienen derecho.
Sin libertad de expresión, simplemente no hay democracia.
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