Siempre ha sido una creencia popular que el sueño que entra después de una comida copiosa está relacionado con la sangre se tiene que desplazar al estómago para realizar la digestión, dejando el resto del organismo con menos sangre, causando así la conocida modorra. Un estudio llevado a cabo por Denis Burdakov en 2006 demostró que esto no es cierto.
La verdadera razón del sueño que aparece después de las comidas radica en la presencia de glucosa en sangre. Altos niveles de glucosa en sangre, como los que aparecen después de una gran comida, pueden desactivar células del cerebro que normalmente segregan sustancias que nos mantienen despiertos y en alerta.
Denis Burdakov y su equipo estudió un grupo de células del cerebro llamadas neuronas orexina, que se encuentran en el hipotálamo, y son las encargadas de generar unas proteínas llamadas orexinas, las cuales son esenciales para mantener despierto al ser humano.
La investigación llevada a cabo por Budakov expuso a las orexinas a leves cambios en los niveles de glucosa similares a los que ocurren en la sangre durante los ciclos diarios de comida y ayuno, midiendo de este modo en qué punto se inhibían éste tipo de neuronas. Los resultados concluyentes: la actividad de las orexinas se apagaba por las subidas de glucosa posteriores a las comidas normales.
Esta interacción entre la glucosa y la orexina explica, además del hecho de tener sueño después de una comida, el insomnio cuando se tiene hambre, ya que la actividad de las neuronas es mayor debido a la falta de glucosa en sangre.
Fuente: Recuerdos de Pandora.