Paola Ituarte
19 de noviembre. Este fin de semana se cumplió el aniversario 45 del Ataque al Cuartel Militar de Huajuapan, cuando un grupo armado de 300 personas al grito de «Viva Cristo Rey» asaltaron el lugar, asesinando a dos soldados, e hiriendo de gravedad a otro más.
Los hechos ocurrieron la noche del 17 de noviembre de 1962, sin embargo, los planes iniciaron desde finales de la década de los 50 y se planeaba un estallamiento armado en varios puntos del país.
El periodista Alberto Círigo, en su artículo La última cristiada publicado en la revista Contenido en el año 2004, señala que había células del movimiento en Chihuahua, Jalisco, Veracruz, Coahuila, Durango, Tamaulipas y Michoacán, donde grupos de sacerdotes, fieles católicos e integrantes del Partido Acción Nacional preparaban una rebelión contra el comunismo y la masonería, considerando que atentaban contra los principios de la religión católica.
Fue así como en 1959, en uno de los picos del Popocatépetl, emergió el autodenominado Ejército Libertador Nacional, con el ex militar José de Jesús Barragán Leñero al frente.
Barragán, de origen jaliciense, era mayor del ejército pero dejó la milicia para dedicarse al rescate de la fe. Fueron sus aliados, un inventor de nombre Juan de los Ríos, quien fabricaba granadas y bombas caseras, y Enrique Salinas López periodista de un diario católico llamado La cruz de la patria, cuyo hijo de entonces 11 años reveló como se dio la conspiración en el Distrito Federal, en coordinación con estados del interior de la república.
Al movimiento se unió el huajuapeño Refugio Herrera -conocido como «Don Cuco», quien meses antes había abanderado al Partido Acción Nacional en Huajuapan en busca de una diputación federal. El día del ataque al cuartel, él encabezaba a los insurrectos.
Los archivos del CISEN indican que en las reuniones de Huajuapan participaban sacerdotes como Francisco Rojas, Javier Ramos y Mónico Martínez, aunque los testimoniales revelan que también acudían Alfonso Acevedo y Celerino Acevedo.
El ataque estaba planeado para el 20 de noviembre, sin embargo, los planes llegaron a oídos del gobierno y los insurrectos decidieron adelantarse. El 17 de noviembre aparecieron bombas en las embajadas mexicanas de Rusia y Cuba, países de donde provenían ideas comunistas. Asimismo en Matamoros un hombre fue capturado en un hotel. Albino Hernández, el detenido, tenía consigo 300 granadas plásticas y 400 cartuchos de dinamita con los que pensaba volar 2 puentes.
La noche del ataque en Huajuapan, simultáneamente hubo un intento por tomar la presidencia de Apatzingan, en el estado de Michoacán, sin embargo, los rebeldes fueron repelidos por policías y militares.
En otros puntos de la república había indicaciones de estallamientos, sin embargo, fueron suspendidas por una orden de los conspiradores. Esa orden no llego a Huajuapan.
Alberto Círigo indica que tras el ataque al cuartel del 18º batallón, “200 panistas huajuapeños fueron aprehendidos por agentes secretos o militares, llevados a la plaza e interrogados con violencia mientras sus casas eran saqueadas y sus familiares intimidados… Finalmente sólo 13 personas fueron llevadas al DF, para juzgarlas”.
Tras el fallido levantamiento nacional, el mayor Jesús Barragán huyó a España; el inventor Juan de los Ríos solo guardó silencio y continuó con su vida; el periodista Salinas López siguió con la causa fundando los pequeños periódicos La verdad y Ariete, escribiendo el libro Méjico. Su esencia, su tradición, su destino , y escribiendo cartas al Papa; mientras Refugio Herrera, Don Cuco, fue condenado a 14 años de prisión, aunque al final solo permaneció 11 años, luego volvió a Huajuapan padeciendo sordera debido al maltrato de los interrogatorios.